Spanish + Canadian = Spanadian

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Los inviernos canadienses son mundialmente conocidos por la nieve que cubre el suelo durante casi medio año

jueves, 26 de mayo de 2016

Hoy hace tres años

Hoy hace tres años estaba compitiendo en Málaga, con la Selección Gallega de atletismo. Uno de los mejores días de mi vida. Quedé sexta, con una marca que me llevó dos años superar. Solía recordar esa fecha, 25 de mayo, con orgullo y esperanza de algún día hacer algo parecido. Este año olvidé la fecha, y si no fuera por una foto en Facebook que colgó una amiga de atletismo que también estuvo allí, no me habría acordado. Me pregunto en qué momento memorias más importantes sustituyeron el recuerdo de aquel fin de semana. 

De vez en cuando me sorprendo a mí misma aceptando que me quedan menos de dos meses en Canadá, de hecho poco más de un mes. Comprando un lápiz de memoria para pasar las fotos del iPad prestado del colegio que tengo que devolver cuando acabe el curso, organizando los planes de verano, recolectando documentos de voluntariado... Hace un par de meses, me agobiaba la idea de irme, porque me quedaban tantas cosas por hacer... No es que desde que empezó la primavera haya hecho todas esas cosas, es difícil de explicar. Supongo que he aceptado que no lo voy a hacer todo, que ante una disyuntiva, más de una opción puede ser la respuesta correcta. Cuando escogí atletismo en vez de softball, dejé una experiencia positiva para vivir otra experiencia positiva. Cualquiera de las dos opciones hubiera sido un acierto. Y hablando de atletismo, tuve el campeonato de mi distrito escolar el lunes y el martes de la semana pasada. Lancé jabalina, disco y peso, y me clasifiqué en disco para los regionales.

5 semanas, eso es todo. Podría quejarme de que todo haya pasado tan deprisa. O recordar las buenas (y malas, aunque no tantas) experiencias de las que he aprendido. O proponerme darlo todo para hacer de esta primavera la mejor de mi vida. Sin embargo, lo que quiero hacer ahora es dar las gracias. A todos. A Amancio Ortega por organizar becas para estudiar en Canadá. A Red Leaf por organizarlo todo tan bien y guiarme durante todo el año. A mis padres por dejarme venir y apoyarme incondicionalmente en todo momento. A mis host parents por tratarme como a una hija más. A mis host brother y host sister por hacer que quiera matarlos y abrazarlos varias veces al día. A Brenda, la coordinadora de host families e internacionales en mi zona, por apoyarme y creer en mí desde el primer día. A todos mis amigos, canadienses e internacionales, sobre todo a Isaure y a Luca, por enseñarme que no importa de dónde seamos o qué idioma hablemos, todos compartimos los mismos problemas. A mis amigos españoles, por soportar los días cuando no contesto a ningún mensaje porque estoy viviendo alguna aventura, o peor, cuando soy yo la que les llena el WhatsApp de audios contando mis problemas. A mis profesores, compañeros de clase, equipo de hockey, esgrima y atletismo, por hacer esta experiencia más enriquecedora. Y a todos los que me he dejado por el camino, cuya aportación pasa desapercibida para mí hasta que me falta.

Tuve el campeonato de mi distrito de atletismo y me clasifiqué para regionales en lanzamiento de disco, este fin de semana. Se acabó la temporada de esgrima y recibí el diploma de nivel amarillo. El tiempo mejoró tanto que paso más tiempo fuera que en casa, ya tengo la marca de la manga corta y los pantalones cortos (bendito sea mi "bronceado" desigual del que me avergüenzo cuando empiezo a ir a la piscina y a la playa), y los mosquitos me han acribillado varias veces. 

Hace un mes que no publico nada en el blog. La razón principal probablemente sea que no paso mucho tiempo en casa, y cuando estoy, o leo o estudio, sobre todo historia. Quién me iba a decir a mí, que siempre he odiado las ciencias sociales, que mi punto de vista cambiaría tanto. ¿Será Canadá, la distinta perspectiva, lo que me ha hecho cambiar de opinión? ¿Será conocer a personas reales de esos países de los que me he hartado de estudiar? ¿O simplemente habré madurado o cambiado o algo por estilo, algún tipo de fenómeno que iba a pasarme a los 16 años, independientemente de dónde estuviera? No lo sé, probablemente nunca lo sepa. Quizá fue estudiar sociología en el primer semestre lo que me abrió los ojos, e historia canadiense este semestre lo que me hizo entenderlo todo. A veces me paso horas viendo vídeos sobre la historia de algún país del que nunca he oído hablar, vocabulario básico de idiomas que no hablo, o las razones por las que empezó la Primera Guerra Mundial. Mis amigas probablemente estén hartas de mis "fun facts" con los que llego cada día a clase. Hoy descubrí que Andorra le declaró la guerra a Alemania en la Primera Guerra Mundial, pero nunca enviaron ningún soldado. Por eso y porque son un país tan pequeño, nadie se acordó de pedir su firma en el Tratado de Versalles. Técnicamente, Andorra ha estado en guerra con Alemania desde 1914 hasta 1957, cuando algún espabilado se debió de dar cuenta de que estaría bien firmar la paz, por si acaso. Ayer descubrí que Liechtenstein envió 80 soldados en su última acción militar, en el siglo 19, y volvieron 81. Aparentemente, hicieron un amigo en Italia.

Quiero contar una pequeña anécdota que me ocurrió el otro día. En mi distrito escolar hay dos coordinadoras que se ocupan de que no haya problemas con la familia y todo eso. Mi coordinadora se llama Brenda, es con la que estuve los dos primeros días cuando llegué, pero la coordinadora de mis dos mejores amigas es la otra, Carolyn. Brenda organizó una cena para todos sus estudiantes hace dos semanas, y como ninguna de mis mejores amigas iba, pensé que sería un aburrimiento. Para después de la cena, Brenda tenía pensado poner un micrófono para que quien tuviera algún talento lo mostrara, o por si alguien quería decir algo. Antes de cenar me preguntó si quería contar algo sobre mi experiencia, y yo me puse nerviosa. No quería decir que no, pero tampoco quería decir que sí. Brenda dijo que no pasaba nada, que no tenía que hacerlo, y no contesté. Pensé sobre ello toda la cena, y cuando llegó es postre, le dije que sí lo iba a hacer. 

En el momento en el que Brenda me llamó, con el micrófono en la mano, tras decir algunas palabras de agradecimiento, el miedo me paralizó. Me di cuenta entonces de que me había condenado a lo que más temía, hablar frente a un grupo considerablemente grande de personas (entre 50 y 100), y lo peor de todo, ¡lo había hecho voluntariamente! Voy caminando hacia Brenda, que me sonríe. La gente espera pacientemente a mi llegada. Los veinte metros más largos que he caminado en mi vida. Sin embargo, tras el miedo, nerviosismo y desesperación, hay algo más... Una variante extraña de la alegría convencional. Algo así como "Sí puedo, es mi momento, aquí y ahora". Al coger el micrófono y girarme hacia la multitud, tuve la extraña sensación de que llevaba esperando aquel momento toda mi vida. Había pensado en lo que iba a decir durante la cena, y las palabras no me jugaron malos tragos, ni lo olvidé todo con los nervios. Por primera vez, estaba delante de un público nurmeroso, y lo tenía todo bajo control. Entonces, empecé a hablar.

Creo que mis primeras palabras fueron una especie de disculpa por los errores de pronunciación y gramática que probablemente iba a cometer. Después, una pequeña confesión: mi timidez y miedo à hablar delante de gente, la de esfuerzo que me estaba costando hacer aquello, pero que aun así, quería hacerlo. Entonces empezó la verdadera historia. Empecé hablando de cómo mi tía me habló de la posibilidad de estudiar un año en el extranjero el día de mi decimoquinto cumpleaños. De cómo mis padres no apoyaban la idea, de cómo todo parecía tan lejano. De cómo aún me quedaba un año, aún me quedaban cien días, aún me quedaba una semana... aún me quedaba esperar a que llegará el tren. Conté cómo fue en aquel momento, en el andén de la estación, donde me di cuenta de que estaba diciendo adiós, de que al subir a aquel tren, no volvería a ver a nadie conocido durante un año. *Pausa melodramática*. Luego hablé sobre la confusión de las primeras semanas, cómo todo era tan nuevo y raro. Hablé de las constantes amenazas sobre el invierno, la de veces que la gente me hablaba del invierno pasado y se preocupaban por la supervivencia de una niña española en clima canadiense. "Y al final, aquí estoy, sobreviví al invierno y no fue para tanto. ¡Si hasta jugué al hockey!", dije, tras lo que Tara, mi host mother, se levantó y empezó a aplaudir, haciendo que todo el comedor estallara en aplausos. Cuando pararon, Tara añadió: "No solo jugó al hockey, sino que además jugó en el primer equipo de hockey femenino de la historia de Bridgewater High School." Más aplausos. Seguí contando mi historia, hasta que llegué al presente. Exliqué cómo no sabía si quería volver a España o no, cómo al volver con mi familia y amigos, dejaba atrás a mi familia y a mis amigos. Me pregunté si decir adiós a Canadá se parecería en algo a decir adiós a España. Y acabé con una pequeña reflexión, diciendo que después de tanto tiempo, tantas experiencias, tantas cosas que quedarán para siempre en la memoria, haber aprendido inglés (que sí, había aprendido bastante) me parecía una de las cosas menos importantes. 

Acabé de hablar, y volví a sentir el suelo y el aire a mi alrededor. No me había puesto colorada, al menos no demasiado. Esperé un par de segundos, pero nadie se movía. Todos miraban en mi dirección, ¡me miraban a mí! Nadie estaba hablando o con el móvil, tenía la atención de todo el mundo. "Eso es todo", añadí, caminando hacia Brenda para que cogiera el micrófono. El comedor estalló en aplausos. Mientras volvía a mi sitio, muchos me miraban, sorprendidos, como si nunca me hubieran oído hablar en inglés o algo así. Me sentí como en una nube. Max se me acercó y me dio un abrazo. Es curioso cómo a Max y a Sophia quiero matarlos o abrazarlos dependiendo del día, a veces dependiendo del momento del día. Max se levantó explicando que quería decir algo, y sus padres le miraron con cara de querer matarlo, y una mirada que claramente decía "No sé lo que pretendes, pero más te vale ser breve." Y lo fue. Contó cómo cuando llegué le pareció interesante tener a alguien en su casa del otro lado del mundo, y cómo debía de odiarlo por todas esas veces que él se ponía a hablar de cosas que no me importan, sobre todo reptiles. Me entraron ganas de levantarme y decirle que cuando le odio, o es precisamente por el tema de conversación, que ya me he acostumbrado. Mencionó un par de cosas más, y que al final iba a echarme de menos. Se quedó ahí parado, sonriendo, como esperando algo. "Venga, ve a abrazale", dice Camille a mi lado. Me levanto y abrazo a Max. Luego vuelvo a mi sitio con él. 

Al acabar la cena, cuando nos estábamos despidiendo, Martina me dijo que le había hecho llorar dos veces. La primera, cuando hablé. La segunda, cuando me levanté a abrazar a Max. Brenda me miraba con satisfacción, como si supiera de adelanto que lo iba a hacer tan bien. Quizá sí lo sabía, y me había pedido que hablara prediciendo que no haría el ridículo. No solo no hice el ridículo, Brenda. He aprendido algo nuevo sobre mí. Me gusta compartir mis pensamientos, mi opinión, mi punto se vista... sea en forma escrita, o si es necesario, oral. 

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